Siento cómo me debilito, siento cómo se abre la puerta del vértigo, siento cómo tu ausencia resuena en el recuerdo, siento, amor mío, cómo me dejas... una vez más.
Cántale a las estrellas y contémplate en su reflejo, escríbele cartas falsas al destino, funde tu voz en el viento y que éste la lleve a mis noches de notas de piano empapadas en lamentos.
Háblale a la luna de tu otro amor, de aquel amor que no te amará como yo a ti, y la luna bien sabrá que yo estaré aquí pensando una vez más en ti.
Sonríe en el silencio, que tus labios forman pétalos grabados con la tinta del recuerdo.
Amor mío, que caminas entre los pasillos de mis pensamientos, que murmuras entre mis sueños y mi insomnio; dime a mí, que me ahogo en el mar de la melancolía, cuantos versos sepas, que el sedante se convierte en morfina, entrando en mí, con turbia aferración.
Tal vez sea yo el poeta de las palabras bajo la almohada, pero eres tú el poema de belleza bajo un cielo estrellado. Te aclaman poema, te aclaman miles de nubes y telones, pero soy yo quien te aclama, te recita y te recuerda día y noche.
Te necesito poema, como sedante a mi insomnio, como la luna a las estrellas; como al destello de tus ojos. Te recuerdo poema mío, temblando y sin cordura que desear.
Ven poema mío, déjame escribir sobre los diamantes de tus ojos con palabras y papel, con viento y recuerdos. Poema mío, envuélveme entre tus palabras, y hazme sentir más de lo que este poeta jamás pudiera recitar.
Hay una luna que quiero alcanzar llena de cráteres con tu nombre grabado en ellos. Hay una luna que brillará eternamente y siempre estaré ahí para protegerte.
Hay una luna en la que reside el recuerdo bajo un profundo y mágico cimiento. Es una luna en la que nos arrullan suaves manos con melodías de una acústica voz.
Hay una luna que se ha quedado en mi alma. Es una luna custodiada por estrellas. Y eres tú aquella luna, la luna de mis pensamientos.