
Otra de las personas, nos pidió que nos detuviéramos un momento, para entrar a una pequeña choza que había en medio de aquel profundo camino. Seguimos a aquella persona, y pude escuchar que pidió un vaso con agua, pero yo sugerí que aquel vaso fuera mezclado con hierbas medicinales, pero la persona, apenada por la sugerencia, decidió que era mejor seguir el camino.
Al fin nos detuvimos, en un gran y verde árbol, que me recordaba a aquellos textos protagonizados por hadas y luciérnagas. Nos recostamos en el árbol, para observar el cielo lleno de estrellas, que estas parecía que creaban una sola, y era tan relajante, que me olvide por un momento de todo. Más tarde, recordé que había algo de lo cual angustiarse, y aquella profunda tranquilidad se desvaneció, pero creo que algún día volveré a ese hermoso árbol.
Autor: Alfonso Tamayo
Fotografía: Betsabé G. (deviantArt)
1 comentario:
Aquél lugar mágico.
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